El proceso de creación de los vinos blancos

Los vinos blancos se crean con uvas tintas y uvas rosadas siguiendo un esquema de elaboración muy particular. En este sentido, hay que afirmar que se dejan de lado las uvas blancas, ya que lo que se hace es una mezcla entre los dos componentes que se mencionaron. Además, la maceración de los vinos rosados puede ser muy corta, al ser de uno o dos días para que el vino pueda adquirir el típico color intermedio entre el blanco y el tinto.

Lo primero que se hace en las fincas es enviar los racimos de las uvas a las bodegas. Una vez que se hizo eso, se tienen que colocar todos los racimos en el lagar o pasarse por una cinta transportador. En ese instante todas las uvas que están rotas o podridas son descartadas del proceso de fabricación.

Después, en el segundo paso interviene la llamada descobajadora o despalilladora. La función de este aparato es el de separar las bayas del escobajo. Cuando las uvas salen tienen que entrar en la estrujadora o moledora y allí se puede ver un sistema de rodillos. El mismo se encarga de aplastar suavemente las frutas con el fin de poder extraer el jugo o el mosto sin la necesidad de desgarrar la piel o el hollejo. Si se termina desgarrando la piel sería muy grave, ya que la calidad del vino se vería ampliamente perjudicada. Esto se debe a que el momento de fermentación alcohólica se aceleraría demasiado.

Por último, hay que decir que las uvas que se estrujaron y perdieron parte del jugo por decantación natural se colocan en prensas que tienen como función extraer los jugos residuales que se envían a otros tanques.

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