Denominación y la calidad del vino 2

BotellasSigo con el artículo anterior que habíamos terminado con las sensaciones gustativas de aroma, sabor y tacto.

También en un vino joven deben destacar claramente el aroma característico de las variedades de uva que participan en su elaboración, debiendo resultar muy afrutado; los tintos deben presentar un tono de color vivo y una adecuada riqueza en taninos, aunque no excesiva; los rosados una tonalidad muy viva y una gran frescura, para que me entendais, una acidez fija suficientemente alta, y extracto seco bajo para que resulten muy ligeros en la boca.

Si se trata de un vino de crianza, deben aparecer, fundidos con los anteriores, los aromas producidos en el proceso de envejecimiento; en ningún caso pueden considerarse como criterios positivos de calidad los excesos de crianza que puedan determinar una maderización, para que me entendais, un arrastre excesivo de sustancias procedentes de la madera y de los envases y una oxidación.

La riqueza aromática y el equilibrio de los sabores constituyen elementos fundamentales de la calidad, al igual que la mayor o menor sensación de aspereza o suavidad que produce el vino al contacto con el paladar. La armonía de este conjunto de caracteres es absolutamente decisiva para su valoración.

Todos estos principiosson indispensables para apreciar la calidad de cualquier tipo de vino, pero hay que aplicarlos correctamente en cada caso; en definitiva, el criterio de apreciación lo aporta el ejercicio de la cata, el cual está fundado en una amplia experiencia.

Debemos tener en cuenta siempre que, la calidad es un elemento fundamental para el reconocimiento de una Denominación de Origen, sobre la que se debe basarse su renombre o prestigio.

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