El vino es algo especial; no puede tomarse cualquiera en cualquier ocasión, tampoco se puede regalar a todo el mundo el primer vino que se nos venga a la mente ya que es necesario tener en cuenta las características distintivas de cada persona para elegir el mejor como obsequio. Hay que tener en cuenta momento, persona y lugar para poder descorchar la botella adecuada.
Pero normalmente, una característica común a todos los vinos elegidos para situaciones especiales, o regalos, el la de “vaciar” casi completamente el bolsillo de quien los compre: el vino es una bebida cara, pero totalmente rendidora y efectiva.
Ahora bien, una cosa es hablar de exclusividad y precios elevados, y otra cosa es sobrepasar los extremos de la exageración; precios “astronómicos” son los de estas dos botellas de vino, por las cuales se ha gastado entre 29.000 y 93.000 euros.
Estos fueron los precios de las botellas más caras de la historia, un Penfold’s Grange de 1951 y el Romanée-Conti 1875, vinos adquiridos en una subasta y ofrecidos en un restaurant, respectivamente.
El primero, el Penfold’s Grange, ha sido subastado en su momento por 28937.30 euros aproximadamente, y el segundo, el Romanée-Conti 1875, llegó a ser ofrecido en un restaurant a un valor total de 92168.75 euros.
Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos es ¿vale la pena gastar tanto en un bien tan efímero?¿cuánta felicidad puede provocar tener o beber estas botellas? Seguramente quienes las hayan adquirido estarán más que orgullosos de poder tener un ejemplar único en sus manos, pero habrá que ver si esta botella llenó también su alma de felicidad.
